miércoles, 19 de junio de 2013

Cajas de música difíciles de parar.

Dios, dioses, destino, azar...¿tan difícil es creer en uno mismo y sólo uno mismo?, ¿en la vida, la muerte, nuestros actos y sus consecuencias?

Bien es cierto que yo no soy quién para juzgar, pues aun siendo verdad que soy fiel a un radical ateísmo, he de decir que en algunos recovecos de mí hay sitio para el destino. Sin embargo, no se trata de un destino ajeno a mí sino forjado por mí misma, un destino que yo me he creado y que, por fortuna o desgracia, se desmorona a cada momento.

Sea lo que fuere (el Destino, Buda o Alá) ahí estoy yo, y ahí están las decisiones que tomo y las consecuencias que tienen. Si a esto le sumamos el azar obtenemos una vida (o mi vida, por lo menos). Suena muy sencillo, sí. Pero la verdad es que a veces ocurren esas cosas que están fuera de nuestro alcance y que parecen fruto del azar pero que presentan demasiadas coincidencias para ser así...¿será la casualidad?

Tendré que creer en la casualidad.

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