sábado, 19 de noviembre de 2011

Qué traes contigo.

¿Qué detesto más que un dolor de muelas? Ir al dentista. Así que toca aguantarse.

Esto es insufrible, y ya no hablo del dolor...sino precisamente de lo contrario: la apatía. Odiosa compañera desde hace unas cuantas semanas. Que sí, que sí que siento algo, pero ¿de qué sirve si él está tan lejos? Que sí, que sí que me puede gustar alguno, pero de una forma bastante banal. Que sí, que soy feliz, y me río, y todo eso, pero sigue faltándome algo.

Quizá sea la forma que tengo de concebir estas cosas, bien sabe Dios (¡JÁ!) que soy una romántica...tal vez demasiado. Siempre he dicho que soy una mujer que nació para estar en pareja, detesto la soledad.
Si alguna persona de las que he conocido recientemente leyera esto se echaría a reír, y con razón. En todo este tiempo sólo he demostrado que me gustan mucho los hombres. Pero en el fondo hay más, es más complicado que eso. Puede que esto no sea más que una excusa barata, pero yo lo veo así:

Me siento tan terriblemente sola que me echo en brazos de cualquiera, a ver si siento algo, a ver si me cura. No lo hago con maldad, lo juro, es el puro miedo a la soledad lo que me empuja.

Sé que conoceré a alguien, alguien a quien dedicarle todo y por quien hacer estupideces (otra vez), eso es la vida...pero las ganas y la impaciencia se me comen por dentro. Mientras tanto estaré esperando aquí, con uno de mis opiáceos: Leonard Cohen.


[¿Por qué esta pésima entrada?, ¿por qué dedicarle tiempo y palabras a la apatía? Simplemente porque es otra de las mujeres a las que pretendo olvidar.]

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